martes, 10 de diciembre de 2013

LA MEJOR MANDARINA DEL MUNDO

Hoy, al salir de casa he visto una mandarina tirada junto a los cubos de la basura. Tenía una forma perfecta y un color brillante. Supongo que por el lado que no se veía estaría pocha o blanducha, pero a primera vista no se notaba. He recordado la mandarina que me comí ayer: estaba buenísima, y me he preguntado si esa mandarina no estaría igual de buena. Y de pronto se me ha venido una idea a la cabeza: ¿y si esa mandarina fuera la mandarina más rica del mundo y de la historia? Nadie la problaría jamás. 
Si lo pensamos bien, por cálculo de posibilidades, es fácil que nunca probemos la mandarina más rica que nos pudiéramos comer, e igualmente es posible que nunca conozcamos a nuestra pareja ideal o nunca nos leamos el libro que más nos pudiera gustar. 
Por cálculo de posibilidades estamos condenados a la mediocridad. Pero… si jugamos a la lotería, también estamos condenados a tener muchas posibilidades de que no nos toque, y en cambio jugamos, ¿Por qué? Porque el premio existe y a alguien le tiene que tocar. De la misma manera, la mandarina más rica del mundo existe o ha existido, y puede ser que alguien se la haya comido. 
La diferencia entre la lotería y la mandarina, o la pareja, o el libro, o el trabajo, es que no podemos saber que nos ha tocado el premio porque no podemos comer todas las mandarinas, ni amar a todos los hombres, ni leer todos los libros, para saber que hemos tenido suerte y nos ha tocado el gordo. Esa es nuestra desgracia: estamos condenados a la mediocridad pero si nos toca la lotería, no podemos saber si nos ha tocado el gordo. Por eso creo que debemos vivir cada momento de placer como si fuera un premio, como si fuera el gordo de Navidad, pensando que tal vez hayamos sido los mas agraciados del mundo y el sabor que tengamos en nuestra boca sea el mejor de la historia y seamos nosotros, los únicos que estemos destinados a probarlo. Si pensamos eso, nadie podrá decirnos nunca que estamos equivocados, porque nadie podría probarlo. 
Saboreemos el mundo como si fuera una mandarina, la mandarina más rica del mundo.

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